«En los últimos años se sumaron dos herramientas de seguridad electrónica. Por un lado está el software de reconocimiento facial, que actúa aleatoriamente con 300 de las 8000 cámaras de videovigilancia desplegadas en la ciudad.
En ese caso se utilizan como única base de datos las fotografías de prófugos. Los lectores de patentes, en cambio, emiten una alerta a los operadores del sistema al detectar el paso de un vehículo cuyo dominio hubiese sido incorporado al registro de automóviles robados.
Para las autoridades, esas búsquedas permiten no solo atrapar a quien cometió un delito, sino que también tiene una alta influencia en la prevención de otros episodios, ya que la experiencia policial y judicial determina que muchas bandas utilizan vehículos robados para protagonizar hechos más sangrientos.»
Fuente: La Nación.